A menudo, el cuerpo humano envía una serie de señales para advertir que algo no está bien y que es urgente hacer cambios. Sin embargo, también a menudo, las personas suelen pasar por alto estas advertencias naturales y terminan incorporando en sus vidas hábitos que no son saludables y que aceleran el envejecimiento de una forma silenciosa.
Comer desordenadamente, poco o nada de ejercicio y dormir mal tienen que ver a menudo con el deterioro del organismo y son producto de una vida a merced del estrés y del afán. Sin embargo, comúnmente, esos hábitos resultan muy generales y se vuelven ‘paisaje’, por lo que aquí le mostramos cuatro cosas puntuales que debe dejar de hacer si quiere que la vejez no llegue antes de tiempo.
1. Restarle atención a su ‘reloj biológico’. Los ritmos circadianos, o el ‘reloj biológico´, regulan los cambios en las características físicas y mentales que ocurren en el transcurso de un día. La palabra circadiano significa “alrededor de un día”. Este reloj, que se encuentra en una región del cerebro llamada hipotálamo, usa los horarios y la composición de la comida como el gran sincronizador del ritmo biológico. Alterarlo favorece la diabetes y la obesidad. Por ello, mantener regularidad en los horarios y controlar las horas en las que se hacen las comidas puede ayudar en la pérdida de grasa y, por ende, en prevenir la vejez prematura.
2. No hidratarse. Una de las consecuencias del estrés es que la circulación sanguínea se vuelva más lenta, lo que dificulta que el agua y otros nutrientes lleguen a la piel para mantenerla joven, sana y jugosa. Es una de las primeras muestras del envejecimiento prematuro, ya que una piel más seca, con sensación de tirantez, es un signo de pérdida de elasticidad y también es más propensa a las arrugas y a la flacidez. ”Una hidratación insuficiente tiene un impacto muy negativo sobre nuestro organismo. Nos hace propensos a sufrir cálculos renales y tener un mal funcionamiento del sistema urinario, y afecta la cognición y la memoria a corto plazo. Cuando la ingesta de líquidos es deficitaria y crónica se ha visto podría contribuir al desarrollo de hipertensión, tromboembolismo, ictus y otras enfermedades coronarias”, asegura Jordi Salas, miembro del Instituto Danone.
3. Consumir bebidas alcohólicas. El consumo de alcohol, se asocia con múltiples problemas para la salud y sobre todo con el deterioro cognitivo (demencia), neuropatía, alteraciones digestivas, daño en el hígado, en el páncreas, cirrosis hepática, arritmias cardíacas o riesgo de cáncer. Sacar al alcohol de la vida genera mayor sensación de salud y bienestar y previene muchas enfermedades.
4. Quitarle horas al sueño. Las ojeras, uno de los síntomas más evidentes de la falta de sueño, afecta directamente la piel. Cuando estamos cansados se dilatan los vasos sanguíneos y la piel se ve sin vitalidad y con un tono más oscuro, lo cual denota envejecimiento prematuro porque se altera el ritmo habitual del organismo y la segregación de hormonas como el cortisol. Lo recomendable, según los expertos, es respetar las horas de sueño, que en edad adulta deben ser entre 6 y 8.
Comer desordenadamente, poco o nada de ejercicio y dormir mal tienen que ver a menudo con el deterioro del organismo y son producto de una vida a merced del estrés y del afán. Sin embargo, comúnmente, esos hábitos resultan muy generales y se vuelven ‘paisaje’, por lo que aquí le mostramos cuatro cosas puntuales que debe dejar de hacer si quiere que la vejez no llegue antes de tiempo.
1. Restarle atención a su ‘reloj biológico’. Los ritmos circadianos, o el ‘reloj biológico´, regulan los cambios en las características físicas y mentales que ocurren en el transcurso de un día. La palabra circadiano significa “alrededor de un día”. Este reloj, que se encuentra en una región del cerebro llamada hipotálamo, usa los horarios y la composición de la comida como el gran sincronizador del ritmo biológico. Alterarlo favorece la diabetes y la obesidad. Por ello, mantener regularidad en los horarios y controlar las horas en las que se hacen las comidas puede ayudar en la pérdida de grasa y, por ende, en prevenir la vejez prematura.
2. No hidratarse. Una de las consecuencias del estrés es que la circulación sanguínea se vuelva más lenta, lo que dificulta que el agua y otros nutrientes lleguen a la piel para mantenerla joven, sana y jugosa. Es una de las primeras muestras del envejecimiento prematuro, ya que una piel más seca, con sensación de tirantez, es un signo de pérdida de elasticidad y también es más propensa a las arrugas y a la flacidez. ”Una hidratación insuficiente tiene un impacto muy negativo sobre nuestro organismo. Nos hace propensos a sufrir cálculos renales y tener un mal funcionamiento del sistema urinario, y afecta la cognición y la memoria a corto plazo. Cuando la ingesta de líquidos es deficitaria y crónica se ha visto podría contribuir al desarrollo de hipertensión, tromboembolismo, ictus y otras enfermedades coronarias”, asegura Jordi Salas, miembro del Instituto Danone.
3. Consumir bebidas alcohólicas. El consumo de alcohol, se asocia con múltiples problemas para la salud y sobre todo con el deterioro cognitivo (demencia), neuropatía, alteraciones digestivas, daño en el hígado, en el páncreas, cirrosis hepática, arritmias cardíacas o riesgo de cáncer. Sacar al alcohol de la vida genera mayor sensación de salud y bienestar y previene muchas enfermedades.
4. Quitarle horas al sueño. Las ojeras, uno de los síntomas más evidentes de la falta de sueño, afecta directamente la piel. Cuando estamos cansados se dilatan los vasos sanguíneos y la piel se ve sin vitalidad y con un tono más oscuro, lo cual denota envejecimiento prematuro porque se altera el ritmo habitual del organismo y la segregación de hormonas como el cortisol. Lo recomendable, según los expertos, es respetar las horas de sueño, que en edad adulta deben ser entre 6 y 8.