El verano es una época fantástica para coger vacaciones, descansar, relajarse, viajar, disfrutar de la compañía de familiares y amigos… sin embargo, hay muchos factores ligados al verano que no son precisamente beneficiosos para nuestra piel y nuestro pelo. Además, en esta época del año solemos cometer más excesos en cuanto a la alimentación, el consumo de alcohol y tabaco, el descontrol horario… y las rutinas de belleza. No obstante, con estos consejos de nuestros especialistas aprenderás cómo evitar que el calor dañe tu piel. Protegerse del daño solar
El sol es uno de los factores que más preocupa a los especialistas por su relación con lesiones premalignas, el cáncer de piel y el fotoenvejecimiento cutáneo, una combinación formada por quemaduras, manchas y arrugas que confiere al rostro un aspecto apagado y envejecido.
El uso de cremas fotoprotectoras debe ser constante a lo largo de todo el año, pero especialmente ahora que llevamos ropa que deja más cantidad de piel al descubierto y que pasamos muchas horas al aire libre en ambientes de playa, alta mar o montaña.
Eso sí, debes escoger un fotoprotector de amplio espectro; es decir, que proteja frente a la radiación ultravioleta tipo A, tipo B e infrarroja. Además, el índice de protección (el número que figura en el envase y que indica la cantidad de tiempo que podemos exponernos al sol antes de empezar a quemarnos) debe ser, como mínimo de 30. No creas eso de que un índice menor hará que no te broncees, porque no es cierto.
Pon atención a la hora de aplicar la crema solar y no te dejes zonas desprotegidas como las aletas de la nariz, las orejas, el cuello, los empeines de los pies… ¡Y los labios!
Las quemaduras en estas áreas, además de ser bastante dolorosas, aparecen con gran rapidez, ya que la piel allí es más fina que en otras partes del cuerpo.
Renueva la aplicación de la crema solar cada hora y media o dos horas y ten en cuenta que el roce con la ropa, las toallas o los baños hace que se pierda producto, de forma que este plazo puede acortarse en función de estos factores.
Escoge formulaciones hidratantes no grasas para evitar la sensación de pesadez sobre la piel y no te olvides del sombrero o pañuelo sobre la cabeza y de las gafas de sol para proteger también los ojos.
Deshidratación, enemigo a batir
El salitre del agua de mar, la arena de la playa, el viento, el aire acondicionado y el cloro de las piscinas son una constante en verano. Estos factores resultan muy agresivos para nuestra piel dañándola en dos sentidos: Por un lado, erosionan la epidermis cuando estamos mucho tiempo expuestos a ellos. Por otro, favorecen la pérdida de agua desde el interior de la dermis.
Estas circunstancias son las responsables de que la piel se deshidrate más rápidamente y de que la notemos acartonada, tirante y sensible. Esta tirantez aumenta el riesgo de irritaciones, descamaciones y, en casos más severos, de grietas y eccemas. Además, no hay que olvidar que en las pieles deshidratadas se acentúan las arrugas de expresión y se notan mucho más las líneas finas. Rutina de belleza contra el calor
Los hábitos de cuidado diario de la piel en época de calor deben estar focalizados, fundamentalmente, a combatir la deshidratación de la piel y a compensar los daños causados por el sol y otros agentes externos (aire acondicionado, salitre, cloro, viento…).
Si usas sérums o cremas faciales con antioxidantes es imprescindible, máxime en esta época del año, que completes tu rutina facial diaria con una crema fotoprotectora para evitar la aparición de manchas solares.
Por este motivo, después de una jornada de playa o en alta mar hay que usar cremas y lociones aftersun, ya que además de rehidratar la piel van a ejercer un efecto calmante que va a aliviar la sensación de quemazón y escozor típica después de pasar varias horas expuestos a la radiación solar.
Las cremas de uso diario deben contener ingredientes humectantes que ayuden a cuidar la capa hidrolipídica que protege nuestra piel evitando le pérdida de agua. Para evitar la sensación de piel pesada o demasiado grasa en verano puede ser recomendable cambiar los productos más untuosos por formulaciones más ligeras oil free.
Eso sí, en ningún caso dejes de hidratar o nutrir tu piel pensando que estas cremas son responsables de engrasar la piel o de que aparezcan granitos. Si sigues creyendo este mito y descuidas tus costumbres de cuidado facial estarás contribuyendo a empeorar el estado general de tu piel y a que esta se reseque todavía más.
Para evitar la sensación de grasa sobre la piel basta con escoger productos con texturas más fluidas, en gel, en loción… y siempre oil free.
Los aceites no grasos como el de coco y argán, la manteca de karité, la rosa mosqueta y el ácido hialurónico van a ser tus mejores aliados si hace calor. Búscalos en el etiquetado.
Si eres de las que te gusta maquillarte, decántate por formulaciones oil free. Muchas bases de maquillaje, tanto en crema como en polvo, ya incorporan filtro solar. Apuesta por ellos. ¿Exfoliación en verano?
En verano no es conveniente hacer peelings muy profundos ni tratamientos dermoestéticos muy agresivos. No obstante, si es conveniente hacer una exfoliación suave una vez por semana. Los productos que utilicemos en este caso deben ser queratolíticos para afinar la capa superficial de la piel y favorecer la penetración de los principios activos que apliquemos posteriormente.
El sol es uno de los factores que más preocupa a los especialistas por su relación con lesiones premalignas, el cáncer de piel y el fotoenvejecimiento cutáneo, una combinación formada por quemaduras, manchas y arrugas que confiere al rostro un aspecto apagado y envejecido.
El uso de cremas fotoprotectoras debe ser constante a lo largo de todo el año, pero especialmente ahora que llevamos ropa que deja más cantidad de piel al descubierto y que pasamos muchas horas al aire libre en ambientes de playa, alta mar o montaña.
Eso sí, debes escoger un fotoprotector de amplio espectro; es decir, que proteja frente a la radiación ultravioleta tipo A, tipo B e infrarroja. Además, el índice de protección (el número que figura en el envase y que indica la cantidad de tiempo que podemos exponernos al sol antes de empezar a quemarnos) debe ser, como mínimo de 30. No creas eso de que un índice menor hará que no te broncees, porque no es cierto.
Pon atención a la hora de aplicar la crema solar y no te dejes zonas desprotegidas como las aletas de la nariz, las orejas, el cuello, los empeines de los pies… ¡Y los labios!
Las quemaduras en estas áreas, además de ser bastante dolorosas, aparecen con gran rapidez, ya que la piel allí es más fina que en otras partes del cuerpo.
Renueva la aplicación de la crema solar cada hora y media o dos horas y ten en cuenta que el roce con la ropa, las toallas o los baños hace que se pierda producto, de forma que este plazo puede acortarse en función de estos factores.
Escoge formulaciones hidratantes no grasas para evitar la sensación de pesadez sobre la piel y no te olvides del sombrero o pañuelo sobre la cabeza y de las gafas de sol para proteger también los ojos.
Deshidratación, enemigo a batir
El salitre del agua de mar, la arena de la playa, el viento, el aire acondicionado y el cloro de las piscinas son una constante en verano. Estos factores resultan muy agresivos para nuestra piel dañándola en dos sentidos: Por un lado, erosionan la epidermis cuando estamos mucho tiempo expuestos a ellos. Por otro, favorecen la pérdida de agua desde el interior de la dermis.
Estas circunstancias son las responsables de que la piel se deshidrate más rápidamente y de que la notemos acartonada, tirante y sensible. Esta tirantez aumenta el riesgo de irritaciones, descamaciones y, en casos más severos, de grietas y eccemas. Además, no hay que olvidar que en las pieles deshidratadas se acentúan las arrugas de expresión y se notan mucho más las líneas finas. Rutina de belleza contra el calor
Los hábitos de cuidado diario de la piel en época de calor deben estar focalizados, fundamentalmente, a combatir la deshidratación de la piel y a compensar los daños causados por el sol y otros agentes externos (aire acondicionado, salitre, cloro, viento…).
Si usas sérums o cremas faciales con antioxidantes es imprescindible, máxime en esta época del año, que completes tu rutina facial diaria con una crema fotoprotectora para evitar la aparición de manchas solares.
Por este motivo, después de una jornada de playa o en alta mar hay que usar cremas y lociones aftersun, ya que además de rehidratar la piel van a ejercer un efecto calmante que va a aliviar la sensación de quemazón y escozor típica después de pasar varias horas expuestos a la radiación solar.
Las cremas de uso diario deben contener ingredientes humectantes que ayuden a cuidar la capa hidrolipídica que protege nuestra piel evitando le pérdida de agua. Para evitar la sensación de piel pesada o demasiado grasa en verano puede ser recomendable cambiar los productos más untuosos por formulaciones más ligeras oil free.
Eso sí, en ningún caso dejes de hidratar o nutrir tu piel pensando que estas cremas son responsables de engrasar la piel o de que aparezcan granitos. Si sigues creyendo este mito y descuidas tus costumbres de cuidado facial estarás contribuyendo a empeorar el estado general de tu piel y a que esta se reseque todavía más.
Para evitar la sensación de grasa sobre la piel basta con escoger productos con texturas más fluidas, en gel, en loción… y siempre oil free.
Los aceites no grasos como el de coco y argán, la manteca de karité, la rosa mosqueta y el ácido hialurónico van a ser tus mejores aliados si hace calor. Búscalos en el etiquetado.
Si eres de las que te gusta maquillarte, decántate por formulaciones oil free. Muchas bases de maquillaje, tanto en crema como en polvo, ya incorporan filtro solar. Apuesta por ellos. ¿Exfoliación en verano?
En verano no es conveniente hacer peelings muy profundos ni tratamientos dermoestéticos muy agresivos. No obstante, si es conveniente hacer una exfoliación suave una vez por semana. Los productos que utilicemos en este caso deben ser queratolíticos para afinar la capa superficial de la piel y favorecer la penetración de los principios activos que apliquemos posteriormente.