Riesgos de las mascarillas caseras

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    La moda cada vez más extendida del DIY; acrónimo del Do It Yourself (hazlo tú mismo), la errónea creencia de que “todo lo natural es mejor” o el disparate de la quimiofobia, que lleva a identificar cualquier compuesto químico como agente nocivo para la salud, han conformado el caldo de cultivo idóneo para que muchas personas se animen a hacer sus propios cosméticos sin pensar en los posibles riesgos de las mascarillas caseras. En realidad, solemos referirnos a las mascarillas faciales, pero también a exfoliantes, champú y cremas de todo tipo.

    No obstante, hacer productos de cuidado de la piel en casa conlleva algunos riesgos, además de una probabilidad bastante alta de frustración por no lograr los efectos deseados. Por otro lado, en ningún caso las posibles ventajas no son comparables a los beneficios y garantías que tenemos cuando adquirimos un cosmético ya preparado.

    “Que algo sea natural no quiere decir que necesariamente sea mejor”, explica Paula Jaén, farmacéutica y directora de Belleza y Bienestar by Grupo Pedro Jaén. “Además, en cosmética no podemos aplicar el mismo principio que rige para la alimentación según el cual la comida que preparemos en casa será generalmente más sana que aquella que compremos procesada porque en el área cosmética la verdad es que sucede justamente lo contrario”, resume.

    Según explica nuestra directora, la cosmética desarrollada en los laboratorios tiene detrás investigación, estudio, pruebas de alergia y sensibilidad e, incluso, ensayos clínicos de cierta envergadura que no son comparables a la intuición y voluntarismo sobre el que se sustentan las mascarillas naturales hechas en casa. Beneficios no comprobados


    Dos rodajas de pepino sobre los ojos. Esa es quizá la imagen más típica que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en cosmética casera. Supuestamente, repetir este gesto tres o cuatro veces por semana durante 20 minutos cada vez ayuda a rejuvenecer el contorno de los ojos, a hidratar la piel y a reducir bolsas y ojeras. Todo en uno.

    Sin embargo, especialistas en dermocosmética discrepan. Siguiendo con el mismo ejemplo, explican que no se pueden conseguir semejantes beneficios únicamente superponiendo dos trocitos de pepino sobre la cara. Como tampoco se puede lograr un verdadero efecto rejuvenecedor con una mascarilla de clara de huevo, eliminar la celulitis frotándose con posos de café o quitar las manchas con zumo de limón.

    Cuando haces cosmética en casa no controlas ni la dosis, ni la concentración, ni la pureza del supuesto principio activo. “Muchas frutas, por poner un ejemplo frecuente, contienen ácidos que resultan muy irritantes o incluso alérgenos que pueden provocar reacciones adversas si lo aplicas directamente sobre la piel; todos esos factores se tienen en cuenta cuando se desarrolla un cosmético. Además, los agentes potencialmente agresivos para la epidermis se eliminan o purifican en el proceso de fabricación en un laboratorio”, recuerda Paula Jaén.

    Por otro lado, a nivel doméstico tampoco se manejan correctamente ni los excipientes ni los aditivos que se añaden a los cosméticos de laboratorio para hacerlos más estables, para impedir que se oxiden y pierdan eficacia o causen manchas… “son tantas las diferencias en cuanto a seguridad y calidad que la comparación resulta bastante chocante”, reflexiona nuestra experta. Riesgos potenciales


    Con todo, lo peor que nos puede ocurrir no es tanto que el producto casero no haga el efecto para el que supuestamente está pensado, sino que además ocasione un problema. Los dermatólogos ya se vieron obligados a advertir de los riesgos que acarrea una moda que tuvo su apogeo hace pocos años: practicar el No Poo (abreviatura de No Shampoo, en inglés), que no es otra cosa que prescindir del champú y lavarse el pelo con una mezcla de agua, bicarbonato y vinagre.

    Este preparado casero no solo decolora y estropea el pelo por acción del bicarbonato volviéndolo seco, quebradizo y encrespado. Además, puede provocar infecciones e irritar el cuero cabelludo, ya que tiene tener un pH más alcalino, lo mismo que el vinagre. Esta irritación del cuero cabelludo, además, suele repercutir en una sobreproducción de grasa, además de un agravamiento de patologías como la dermatitis seborreica y la psoriasis.

    Irritaciones y alergias son las más frecuentes son las reacciones adversas más frecuente al usar cosmética casera, pero también nos podemos encontrar con manchas y abrasiones. Es el caso de las mascarillas exfoliantes hechas a base de azúcar o sal, ya que estos productos son, en realidad, microcristales con aristas que pueden lesionar la piel, especialmente en zonas delicadas como el contorno de los ojos, las comisuras de los labios o las aletas de la nariz.

    Incluso los exfoliantes comerciales hechos a base de productos naturales como semillas, huesos de frutas o bambú están escogidos para que sus gránulos sean esféricos y hagan una exfoliación mecánica sin agredir a la piel.

    “Si sopesamos todos los riesgos y calculamos lo que luego nos costaría arreglar estos problemas en tiempo, dinero, consultas al dermatólogo, medicación, tratamientos… el balance se vuelve claramente desfavorable a la cosmética hecha en casa, máxime cuando tenemos productos comercializados muy buenos con un precio muy ajustado”, apostilla la directora de Belleza y Bienestar by Grupo Pedro Jaén. Interpretación errónea


    Muchas personas aficionadas a la cosmética hecha en casa se basan en el etiquetado de los productos ya manufacturados pensando que replicarlo consiste únicamente en mezclar el listado de ingredientes que figura en la etiqueta. Y no es así. Hay que tener muy en cuenta que el hecho de que un elemento aparezca nombrado entre los ingredientes de una crema o un sérum no implica que esté ahí como principio activo.

    Por ejemplo, el ácido cítrico en muchas ocasiones se utiliza como aditivo para regular el pH del cosmético en unas cantidades muy pequeñas y no como principio activo”, argumenta la directora de nuestro centro. De esta manera, añadir zumo de limón a una mascarilla o crema hecha en casa porque lo hemos visto en un cosmético a la venta o porque hemos leído que el limón tiene un alto poder antioxidante puede ocasionar irritación en determinadas pieles muy sensibles, e incluso favorecer la aparición de manchas. La presentación cuenta


    ¿Te has preguntado alguna vez por qué algunos cosméticos son más fluidos y otros son más untuosos? ¿la diferencia que hay entre un gel y un aceite? ¿por qué unos cosméticos vienen con una espátula y otros con un cuentagotas?

    Básicamente, cada cosmético está diseñado para que el principio activo cumpla su objetivo y actúe en la capa de la piel adecuada. Para ello, hay que pensar que si un ingrediente está pensado para pasar de la epidermis no puede formularse en una presentación demasiado densa porque no penetrará apenas en la piel. Por el contrario, una mascarilla concebida para permanecer 15 minutos sobre la superficie de la piel no tiene sentido que sea muy fluida.

    Asimismo, los principios activos han de estar correctamente encapsulados para que cumplan su función una vez lleguen al lugar indicado. Este proceso de encapsulado es complejo y, lógicamente, no puede hacerse en casa.

    “En un laboratorio, además, los principios activos utilizados están purificados, exentos de agentes agresivos para la piel y se testan para comprobar su seguridad y su eficacia, algo que no está garantizado con los productos que cada uno elabora en su casa”, resume Jaén. ¿Y el consejo especializado?


    Cuando adquieres un cosmético formulado por un laboratorio o elaborado en una farmacia como fórmula magistral siempre hay un profesional (técnico de cabina, farmacéutico, dermatólogo…) que conoce no solo las características del producto y sus indicaciones, sino las necesidades de tu piel en ese momento.

    Estas necesidades son muy variables en cada paciente y dependen de muchos factores, tales como su edad, si tiene alguna dermatosis, de la época del año, de su tipo de piel, de factores hormonales, si es hombre o mujer, hábitos de vida que pueden afectar a la piel como, por ejemplo, si fuma o si toma el sol asiduamente…

    De esta manera, un profesional de la dermocosmética no solo puede recomendarte el tratamiento específico que mejor te va, sino que además puede ofrecerte consejos de aplicación, con qué otros productos debes combinarlos o no debes mezclarlos, pautas de tratamiento, dosis adecuadas…

    “Cuando te haces una mascarilla en casa según lo que has leído o te han contado te saltas todo el proceso de consejo cosmético y asesoramiento por parte de un profesional, algo que a veces es incluso más valioso que el producto en sí”, explica Paula Jaén.

    Todo lo anterior no implica que debamos descuidar nuestra piel en casa. Todo lo contrario, ya que los cuidados en casa contribuyen a potenciar y prolongar los resultados de los tratamientos que aplicamos en cabina. Eso sí, para ello lo mejor es recurrir a la cosmética formulada en un laboratorio y no saquear la despensa o la nevera.
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