En los últimos años hemos asistido a un cambio sustancial en nuestros hábitos diarios debido al desarrollo de las nuevas tecnologías de información, a la extensión del uso de Internet y a la diversificación de dispositivos a través de los que podemos acceder a la red de redes. Estudiar, trabajar, comprar e, incluso, socializar son acciones cotidianas que han experimentado un cambio drástico si comparamos cómo se llevaban a cabo a la antigua usanza. La accesibilidad a los dispositivos, la facilidad de uso y la versatilidad en cuanto a los servicios y prestaciones que nos ofrecen los dispositivos ha provocado que pasemos muchas horas a lo largo del día mirando las pantallas y, en consecuencia, estemos sobreexpuestos a la luz azul que emiten. A pesar de que es innegable la gran cantidad de ventajas que representan estos dispositivos en nuestra vida, lo cierto es que no se puede obviar que también existe diversos riesgos de la luz azul para nuestra salud general y para nuestra belleza y bienestar en particular.
Te explicamos los factores por los que la luz azul empeora el estado de la piel. Qué es la luz azul
De todo el espectro electromagnético, el ojo humano únicamente es capaz de captar la denominada luz visible, luz blanca o, simplemente, luz.
Gracias la luz somos capaces de percibir la forma y los colores de los objetos que nos rodean en función de cómo impacta sobre los mismos.
Dentro de esta luz visible, representada gráficamente por la secuencia de colores del arco iris y sus transiciones, nos encontramos con que los rayos de luz agrupados desde el amarillo al rojo pasando por el naranja tienen una cuya longitud de onda más larga, pero contienen menos energía. Por el contrario, los rayos de luz que parten del amarillo y llegan hasta el azul pasando por el verde tienen longitudes de onda más cortas, pero contienen menos energía.
De esta forma, cuanto más expuestos estemos a luces con una longitud más cercana a los extremos del espectro, bien hacia el rojo, bien hacia el azul, más efectos colaterales de diversa índole tendremos que tener en cuenta con respecto a nuestra salud y bienestar.
Concretamente, la luz azul es emitida por el sol, pero también por las pantallas y luces LED, tubos fluorescentes y dispositivos electrónicos como tabletas y teléfonos móviles. Con todo, la luz azul únicamente representa 25% de la luz blanca que nos rodea. Si además es necesaria para poder ver el mundo en el que nos movemos,¿por qué los especialistas nos advierten sobre sus riesgos cuando proviene de las pantallas de nuestros dispositivos móviles?
La razón fundamental no es solo que la longitud de onda azul contenga más energía, tal y como hemos mencionado, sino que cuando nos exponemos a ella concentramos toda esa energía en una sola zona; el rostro en la mayor parte de los casos, y lo hacemos durante muchas horas al día, dada la cantidad de tareas que podemos abordar usando estos dispositivos.
Impacto de la luz azul en tu piel
Hasta hace bien poco, la principal preocupación con respecto al daño que sufre la piel al exponerse a la luz se focalizaba en la luz ultravioleta, ya que desde hace años se sabe que está directamente ligada a las quemaduras solares, al fotoenvejecimiento y al cáncer de piel. Sin embargo, estudios más recientes han demostrado que la luz azul tiene la misma capacidad que la ultravioleta para penetrar en las capas más profundas de la piel y causar daños celulares derivados de la producción de radicales libres.
Estas moléculas, producto de la actividad normal de las células, aceleran el proceso de oxidación del organismo y su acumulación causa daños en el ADN ligados al envejecimiento y a la progresión de diversas enfermedades. Con respecto a la salud y el aspecto de la dermis, los radicales libres degradan el colágeno y la elastina, lo que se traduce en una piel más apagada, desvitalizada, menos firme y elástica y en una pérdida notable de luminosidad y jugosidad.
Asimismo, la luz azul provoca daños en la barrera cutánea, un manto compuesto de una mezcla de sebo y agua, que protege nuestra piel de agresiones externas y de la pérdida de humedad. La deshidratación asociada al deterioro de la capa hidrolipídica favorece la sequedad, la descamación y la aparición de líneas finas y arrugas en la piel.
Otro gran problema de la sobreexposición a la luz azul es la alteración de la melanogénesis; proceso por el que nuestros melanocitos producen melanina, el pigmento natural que nos protege de la radiación solar. Las anomalías en este mecanismo favorecen la aparición de manchas y arrugas en la piel.
Actualmente, siguen en curso las investigaciones para desentrañar el impacto de la luz azul sobre nuestra piel. Hasta que haya más evidencias disponibles, los especialistas recomiendan usar cosméticos y productos de maquillaje con filtro solar, incluso aunque estemos trabajando en casa, para minimizar los posibles riesgos sobre nuestra dermis.
Según sostiene la Academia Española de Dermatología y Venereología las personas que podrían tener más riesgo de sufrir una hiperpigmentación por luz azul serán aquellas con un fototipo alto, ya que sus células tienden a producir más melanina, las mujeres embarazadas y las personas que se someten a peeling o procedimientos de resurfacing en la cara, ya que su piel está más sensible durante un tiempo a la radiación luminosa.
Problemas ligados a la luz azul
Insomnio
Aunque los expertos recalcan que aún nos queda mucho por saber sobre la luz azul y su impacto sobre nuestra salud, sí que se ha podido demostrar una correlación directa entre la exposición a la luz azul y la disminución en la producción de melatonina en nuestro organismo. Esta hormona juega un papel fundamental en la regulación del ciclo sueño-vigilia y está directamente ligado al insomnio y la mala calidad del descanso nocturno, un factor que, a su vez, multiplica el riesgo de sufrir patologías cardiovasculares, sobrepeso y diabetes tipo 2, ya que también altera el metabolismo de la glucosa.
Salud visual
Ya hemos hablado de que los dispositivos emiten únicamente una fracción de la luz azul emitida por el sol, pero la cantidad de tiempo que pasamos frente a ésta es considerablemente mayor. Debido a que la luz azul de alta energía y corta longitud de onda se dispersa más fácilmente que otra luz visible, no es tan fácil de enfocar, lo que añade un sobreesfuerzo a nuestros ojos que nos pasa factura de diversas maneras a nivel visual.
Visión borrosa, fatiga ocular, sequedad por la disminución de la frecuencia de parpadeo… Son solo algunas de las consecuencias de este exceso de tiempo que pasamos frente a los aparatos electrónicos con la mirada fija en ellos. Además, se está investigando la relación entre el exceso de luz azul y los daños en la retina, la capa que tapiza el interior de la parte posterior del ojo encargada de transmitir la información que recibimos a través de los ojos al cerebro para su interpretación.
Pues bien, en algunas investigaciones se ha observado que los pacientes muy expuestos a la luz azul de sus dispositivos electrónicos experimentan daños en la retina similares a los que provoca la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), una patología ocular que se ha convertido ya en una de las principales causas de ceguera del mundo desarrollado.
Cómo paliar el efecto de la luz azul
Te explicamos los factores por los que la luz azul empeora el estado de la piel. Qué es la luz azul
De todo el espectro electromagnético, el ojo humano únicamente es capaz de captar la denominada luz visible, luz blanca o, simplemente, luz.
Gracias la luz somos capaces de percibir la forma y los colores de los objetos que nos rodean en función de cómo impacta sobre los mismos.
Dentro de esta luz visible, representada gráficamente por la secuencia de colores del arco iris y sus transiciones, nos encontramos con que los rayos de luz agrupados desde el amarillo al rojo pasando por el naranja tienen una cuya longitud de onda más larga, pero contienen menos energía. Por el contrario, los rayos de luz que parten del amarillo y llegan hasta el azul pasando por el verde tienen longitudes de onda más cortas, pero contienen menos energía.
De esta forma, cuanto más expuestos estemos a luces con una longitud más cercana a los extremos del espectro, bien hacia el rojo, bien hacia el azul, más efectos colaterales de diversa índole tendremos que tener en cuenta con respecto a nuestra salud y bienestar.
Concretamente, la luz azul es emitida por el sol, pero también por las pantallas y luces LED, tubos fluorescentes y dispositivos electrónicos como tabletas y teléfonos móviles. Con todo, la luz azul únicamente representa 25% de la luz blanca que nos rodea. Si además es necesaria para poder ver el mundo en el que nos movemos,¿por qué los especialistas nos advierten sobre sus riesgos cuando proviene de las pantallas de nuestros dispositivos móviles?
La razón fundamental no es solo que la longitud de onda azul contenga más energía, tal y como hemos mencionado, sino que cuando nos exponemos a ella concentramos toda esa energía en una sola zona; el rostro en la mayor parte de los casos, y lo hacemos durante muchas horas al día, dada la cantidad de tareas que podemos abordar usando estos dispositivos.
Impacto de la luz azul en tu piel
Hasta hace bien poco, la principal preocupación con respecto al daño que sufre la piel al exponerse a la luz se focalizaba en la luz ultravioleta, ya que desde hace años se sabe que está directamente ligada a las quemaduras solares, al fotoenvejecimiento y al cáncer de piel. Sin embargo, estudios más recientes han demostrado que la luz azul tiene la misma capacidad que la ultravioleta para penetrar en las capas más profundas de la piel y causar daños celulares derivados de la producción de radicales libres.
Estas moléculas, producto de la actividad normal de las células, aceleran el proceso de oxidación del organismo y su acumulación causa daños en el ADN ligados al envejecimiento y a la progresión de diversas enfermedades. Con respecto a la salud y el aspecto de la dermis, los radicales libres degradan el colágeno y la elastina, lo que se traduce en una piel más apagada, desvitalizada, menos firme y elástica y en una pérdida notable de luminosidad y jugosidad.
Asimismo, la luz azul provoca daños en la barrera cutánea, un manto compuesto de una mezcla de sebo y agua, que protege nuestra piel de agresiones externas y de la pérdida de humedad. La deshidratación asociada al deterioro de la capa hidrolipídica favorece la sequedad, la descamación y la aparición de líneas finas y arrugas en la piel.
Otro gran problema de la sobreexposición a la luz azul es la alteración de la melanogénesis; proceso por el que nuestros melanocitos producen melanina, el pigmento natural que nos protege de la radiación solar. Las anomalías en este mecanismo favorecen la aparición de manchas y arrugas en la piel.
Actualmente, siguen en curso las investigaciones para desentrañar el impacto de la luz azul sobre nuestra piel. Hasta que haya más evidencias disponibles, los especialistas recomiendan usar cosméticos y productos de maquillaje con filtro solar, incluso aunque estemos trabajando en casa, para minimizar los posibles riesgos sobre nuestra dermis.
Según sostiene la Academia Española de Dermatología y Venereología las personas que podrían tener más riesgo de sufrir una hiperpigmentación por luz azul serán aquellas con un fototipo alto, ya que sus células tienden a producir más melanina, las mujeres embarazadas y las personas que se someten a peeling o procedimientos de resurfacing en la cara, ya que su piel está más sensible durante un tiempo a la radiación luminosa.
Problemas ligados a la luz azul
Insomnio
Aunque los expertos recalcan que aún nos queda mucho por saber sobre la luz azul y su impacto sobre nuestra salud, sí que se ha podido demostrar una correlación directa entre la exposición a la luz azul y la disminución en la producción de melatonina en nuestro organismo. Esta hormona juega un papel fundamental en la regulación del ciclo sueño-vigilia y está directamente ligado al insomnio y la mala calidad del descanso nocturno, un factor que, a su vez, multiplica el riesgo de sufrir patologías cardiovasculares, sobrepeso y diabetes tipo 2, ya que también altera el metabolismo de la glucosa.
Salud visual
Ya hemos hablado de que los dispositivos emiten únicamente una fracción de la luz azul emitida por el sol, pero la cantidad de tiempo que pasamos frente a ésta es considerablemente mayor. Debido a que la luz azul de alta energía y corta longitud de onda se dispersa más fácilmente que otra luz visible, no es tan fácil de enfocar, lo que añade un sobreesfuerzo a nuestros ojos que nos pasa factura de diversas maneras a nivel visual.
Visión borrosa, fatiga ocular, sequedad por la disminución de la frecuencia de parpadeo… Son solo algunas de las consecuencias de este exceso de tiempo que pasamos frente a los aparatos electrónicos con la mirada fija en ellos. Además, se está investigando la relación entre el exceso de luz azul y los daños en la retina, la capa que tapiza el interior de la parte posterior del ojo encargada de transmitir la información que recibimos a través de los ojos al cerebro para su interpretación.
Pues bien, en algunas investigaciones se ha observado que los pacientes muy expuestos a la luz azul de sus dispositivos electrónicos experimentan daños en la retina similares a los que provoca la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), una patología ocular que se ha convertido ya en una de las principales causas de ceguera del mundo desarrollado.
Cómo paliar el efecto de la luz azul
- Limitar las horas de uso de pantallas y dispositivos móviles siempre que sea posible. Esto puede conseguirse volviendo a hacer de manera analógica algunas tareas que actualmente hacemos con el móvil.
- Retirarse de delante del ordenador cada hora y media o dos. Así, además de retirar la cara de la pantalla, aprovechas para estirar las piernas, recolocar la postura y tomarte un respiro.
- Proteger a los más pequeños retrasando al máximo el uso de dispositivos móviles.
- Usar el modo luz azul en los dispositivos móviles o, en su defecto, poner un filtro sobre la pantalla.
- No usar los dispositivos móviles a oscuras y alejar la pantalla al menos 20 centímetros de la cara.
- Usar cosmética y productos de maquillaje con filtro fotoprotector de amplio espectro.
- Incluir vitamina C en la rutina de cuidado facial. El efecto antioxidante de la vitamina C combate la acción de los radicales libres.
- Seguir una dieta rica en antioxidantes (frutas, verduras… de colores vivos).
- Realiza periódicamente un tratamiento de belleza profesional para potenciar la formación de colágeno y combatir los radicales libres.