Desde hace algún tiempo el tema de la masturbación me resulta -por decir lo menos- interesante. Por esto leo, investigo y, sobre todo, practico.
La razón de mi interés -que nació llegada a la treintena- puede que sea porque la descubrí y la experimenté tarde. No porque negara su existencia en esa etapa universitaria rebosante de hormonas y curiosidad, sino porque los tabúes, la vergüenza y el prejuicio pesaban más que mi placer.
Debo sumar a esto, la importante carga socio cultural que supone ser parte de la generación “Princesita Disney latinoamericana”.
El caso es que una vez te liberas del lastre cultural y superas el miedo, no hay vuelta atrás. Se llega al punto de no retorno en el que tu cuerpo toma las riendas y la vocecita monjil y prejuiciada de la razón se silencia.
Al principio, lo entendí como una meta cumplida, como un check en mi to do list; pero poco a poco empecé a sentirlo como una liberación, exploración, sanación y acción recurrente.
En el camino, me desprendí de los tabúes, las falsas creencias religiosas y hasta del marido. Me encontré con información, técnicas, juguetes, literatura y frases como: “Masturbarse es un desahogo para cuando estás solo, pero nada se compara con el sexo en pareja”. Hoy les vengo a hablar de esto… ¿Consideran la masturbación una relación sexual o la ven como el mero acto de desahogo en solitario?
Si piensan que es un acto para drenar nuestro deseo contenido y que no puede ser entendido como sexo, siento decir, que se están olvidando de la relación sexual primaria y más honesta. Sí, la que es con nosotros mismos, la que es con nuestro cuerpo y con nuestra alma.
Masturbarse es un acto de amor propio y de rebeldía contra los prejuicios que aún quedan en el entorno y en nuestro cuerpo. Es el más sincero acto de autoconocimiento, que ha de ser la base de toda relación con otro.
Y es que, si no conoces tu cuerpo y tus puntos de placer; si no reconoces y canalizas tu energía sexual; si no te abrazas y te sientes con honestidad; si no te reconcilias con tu deseo y cuerpo… ¿Cómo esperas hacerlo con otro de forma plena y satisfactoria?
No puedes vivir y disfrutar en pareja lo que no eres capaz de reconocer y experimentar en solitario. Así que…
¡Sí! masturbarse sí es sexo… Es la relación sexual con la persona más importante y que nos acompañara siempre… es la relación sexual contigo misma.
Más que reflexión, esta es una invitación a reconocerse, a entender y tocar el cuerpo; sentir sus pulsiones sin vergüenza y, sobre todo, a quererse, consentirse y ser nuestras proveedoras de placer, cariño y ¡¡orgasmos!!
La razón de mi interés -que nació llegada a la treintena- puede que sea porque la descubrí y la experimenté tarde. No porque negara su existencia en esa etapa universitaria rebosante de hormonas y curiosidad, sino porque los tabúes, la vergüenza y el prejuicio pesaban más que mi placer.
Debo sumar a esto, la importante carga socio cultural que supone ser parte de la generación “Princesita Disney latinoamericana”.
El caso es que una vez te liberas del lastre cultural y superas el miedo, no hay vuelta atrás. Se llega al punto de no retorno en el que tu cuerpo toma las riendas y la vocecita monjil y prejuiciada de la razón se silencia.
Al principio, lo entendí como una meta cumplida, como un check en mi to do list; pero poco a poco empecé a sentirlo como una liberación, exploración, sanación y acción recurrente.
En el camino, me desprendí de los tabúes, las falsas creencias religiosas y hasta del marido. Me encontré con información, técnicas, juguetes, literatura y frases como: “Masturbarse es un desahogo para cuando estás solo, pero nada se compara con el sexo en pareja”. Hoy les vengo a hablar de esto… ¿Consideran la masturbación una relación sexual o la ven como el mero acto de desahogo en solitario?
Si piensan que es un acto para drenar nuestro deseo contenido y que no puede ser entendido como sexo, siento decir, que se están olvidando de la relación sexual primaria y más honesta. Sí, la que es con nosotros mismos, la que es con nuestro cuerpo y con nuestra alma.
Masturbarse es un acto de amor propio y de rebeldía contra los prejuicios que aún quedan en el entorno y en nuestro cuerpo. Es el más sincero acto de autoconocimiento, que ha de ser la base de toda relación con otro.
Y es que, si no conoces tu cuerpo y tus puntos de placer; si no reconoces y canalizas tu energía sexual; si no te abrazas y te sientes con honestidad; si no te reconcilias con tu deseo y cuerpo… ¿Cómo esperas hacerlo con otro de forma plena y satisfactoria?
No puedes vivir y disfrutar en pareja lo que no eres capaz de reconocer y experimentar en solitario. Así que…
¡Sí! masturbarse sí es sexo… Es la relación sexual con la persona más importante y que nos acompañara siempre… es la relación sexual contigo misma.
Más que reflexión, esta es una invitación a reconocerse, a entender y tocar el cuerpo; sentir sus pulsiones sin vergüenza y, sobre todo, a quererse, consentirse y ser nuestras proveedoras de placer, cariño y ¡¡orgasmos!!